Mientras los turistas denuncian cobros abusivos, acoso y desorden en Tulum, el presidente del Consejo Hotelero, David Ortiz Mena, prefiere culpar a las víctimas antes que enfrentar la realidad.
En un intento por controlar la narrativa, el presidente del Consejo Hotelero del Caribe Mexicano y de la Asociación de Hoteles de Tulum, David Ortiz Mena, decidió minimizar las crecientes denuncias de turistas y visitantes que reportan cobros excesivos, abusos y descontrol en el destino. En lugar de asumir el problema, Ortiz Mena optó por el camino más fácil: negarlo todo y calificar los testimonios de “falsos o no comprobables”.
La declaración, que pretendía ser un acto de defensa del sector, terminó exhibiendo una profunda desconexión entre la dirigencia hotelera y la realidad cotidiana de Tulum. En redes sociales, decenas de visitantes relatan experiencias negativas: desde el triple cobro en el acceso al Parque del Jaguar, hasta abusos policiacos y tarifas desmedidas de transporte, mientras el dirigente insiste en que “todo está bien”.

Durante una reciente reunión entre hoteleros, autoridades municipales y el sindicato de taxistas, se habló de establecer mesas de trabajo para atender los problemas del destino. Pero con una actitud tan complaciente, poco se puede esperar de quien defiende la imagen antes que la experiencia del visitante.
Tulum, que debería brillar por su belleza natural y su proyección internacional, se ve empañado por el desorden y la impunidad, mientras su principal vocero hotelero se dedica a limpiar la fachada en lugar de atender las grietas.
Con la temporada alta a la vuelta de la esquina y una ocupación proyectada de más del 80%, la pregunta sigue en el aire:
¿De qué sirve llenar los hoteles si el prestigio del destino se vacía día a día por la indiferencia de sus líderes?