Brigitte Bardot fue una figura que no se explican, se reconocen. Su nombre condensó una época, un cambio de sensibilidad y una forma distinta —y muchas veces incómoda— de habitar la fama. Ayer Domingo, la Fondation Brigitte Bardot, organización que ella misma fundó y presidió dio a conocer el fallecimiento de la estrella de 91 años.
El comunicado expresó la “inmensa tristeza” por la muerte de una figura “de renombre mundial” que decidió abandonar su carrera artística para dedicar su vida al bienestar animal. Tras revolucionar el cine en los años 50 y 60, Bardot abandonó las cámaras para centrarse en el activismo animalista, pero su apoyo a Marine Le Pen y sus declaraciones sobre migración y feminismo marcaron sus últimos años.

“Dios creó a la mujer, pero el diablo inventó a BB”. Esa frase, nacida para promocionar la película que la catapultó a la fama en 1956, acompañó para siempre la figura de Brigitte Bardot. Ícono erótico en su juventud, símbolo cultural del siglo XX y activista animalista en su madurez, la actriz francesa fue una de las mujeres más influyentes y controvertidas de su tiempo.
Considerada por muchos la mujer más sensual del siglo pasado, compitiendo únicamente con figuras como Marilyn Monroe, Bardot fue actriz, cantante, referente de la liberación femenina y, al mismo tiempo, una figura rodeada de polémica, su nombre nunca dejó de generar titulares. Después de haber sobrevivido a varios intentos de suicidio y abortado voluntariamente dos veces -en una de ellas estuvo al borde de la muerte-, Bardot mantenía dos luchas animalistas muy vivas: prohibir que se coma carne de caballo en Francia y que se sacrifique sedados a los animales en los mataderos del país.
Su último combate -que data de 2025 y para el que usó a BFMTV para una entrevista, la primera que daba en 11 años a un canal de televisión- gravitó en torno a la prohibición de la caza de montería en Francia, que consideraba extremadamente cruel contra los animales.




En las últimas décadas, su militancia a ultranza y una colección de comentarios homófobos, xenófobos y racistas, hicieron, en cierta forma, sombra a su legendaria carrera y a sus logros en defensa de los animales. Llegó a etiquetar a la líder de la ultraderecha francesa y tres veces candidata presidencial Marine Le Pen como la “Juana de Arco del siglo XXI”. Durante la pandemia de la COVID (2020-2022), ya octogenaria avanzada, se negó a vacunarse, alegando que era “alérgica a todos los productos químicos”.
Tampoco se libró el movimiento Me too, nacido en 2018 por varias denuncias de acoso sexual contra mujeres por parte de hombres poderosos del mundo del cine. Para Bardot, varias de esas acusaciones eran “hipócritas”, pues muchas artistas “calientan a los productores para conseguir un papel”.
Retirada de la vida pública repartida entre sus dos mansiones de Saint-Tropez (Costa Azul), su inusual vida podría explicarse en una sola frase, según Marie-Dominique Lelièvre, una de sus biógrafas: “Bardot siempre ha sido y será una niña”.






