En la época del Día de los Difuntos, se celebra la memoria de aquellos seres que han partido de nuestro lado, según la tradición del Día de Muertos.
Durante esta festividad, se levanta una ofrenda tradicional para recibir a las almas de nuestros seres queridos y familiares, a quienes también se dedican plegarias por su eterno descanso.
Sin embargo, una despedida igualmente dolorosa se vive en las familias cuando se trata de los miembros peludos y cuadrúpedos.
Las mascotas, nuestros fieles compañeros de vida, nos acompañan en los momentos más significativos, convirtiendo su partida en un dolor profundo.
Si deseas honrar a tus mascotas en esta ocasión especial pero te preguntas cómo hacerlo, te ofrecemos unas palabras que aliviarán el pesar en tu corazón por su ausencia.
En el Día de los Difuntos, las familias tienen la oportunidad de recordar a sus adoradas mascotas.
Y para que tú también las evoces con el amor que se merecen en esta festividad, compartiremos contigo una plegaria que puedes dedicarles a tus queridos animalitos.
Lo más hermoso es que, si ama a los seres vivos, esta oración será especialmente conmovedora, ya que aboga por todos los animalitos y sus nobles interacciones con los seres humanos:
“Te agradezco, Señor Dios, creador de todas las cosas vivientes
por mi (insertar nombre de la mascota).
Te agradezco, Señor, que por tu inmensa bondad has creado los animales,
poniéndolos a nuestro servicio.
Te agradezco, Señor, por aquellos animales
que ayudan día a día en las faenas del campo,
por aquellos que acompañan los juegos de los niños
por aquellos que llenan los últimos días de un anciano,
por aquellos que socorren a los enfermos
por aquellos que salvan personas en las catástrofes
por aquellos que nos protegen de siniestros.
Te agradezco Señor por su amor fiel e incondicional,
por haberme concedido el gran don de su custodia
y te pido Señor, ahora que se ha ido,
me des la fuerza para recomponer mi corazón quebrado por su ausencia,
recordando por siempre toda la emoción que reinó en mí
con cada movimiento de su cola, con cada ronroneo,…
Una vez más quiero agradecerte porque sin Ti, Señor mío misericordioso,
no hubiese conocido esta tu hermosa creatura.
Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas”.
