El presidente Gabriel Boric informó que se mantiene el toque de queda y ordenó el aumento de presencia militar en las zonas más afectadas.
La cifra de fallecidos por los incendios forestales en Chile subió a 112, informaron el ayer las autoridades, mientras el presidente Gabriel Boric aseguró que el país enfrenta una tragedia de “magnitudes muy grandes” y que las víctimas van a crecer “significativamente” conforme sigan los trabajos de protección civil y rescates.
La mayoría del fuego se extendió por la región costera de Valparaíso, hogar de casi un millón de habitantes, sede del Congreso y de uno de los principales puertos del país.
En un mensaje a la nación, el presidente Gabriel Boric agregó que tomó la decisión de mantener el toque de queda y reforzar la presencia de militares en las zonas afectadas.
La alcadesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, y el gobernador de la región de Valparaíso, Rodrigo Mundaca, informaron que hay varios cientos de personas reportadas como desaparecidas.
“Es la tragedia más grande que hemos tenido desde el terremoto de 2010”, afirmó el mandatario chileno, en referencia al sismo de magnitud 8.8, seguido de un tsunami, ocurrido el 27 de febrero de ese año y que dejó más de 500 fallecidos.
El Servicio Médico Legal dijo que, hasta ayer, de las 99 víctimas, 32 habían sido identificadas; las viviendas afectadas suman más de 3 mil.
Además de Valparaíso, el fuego estaba activo en las regiones centrales O’Higgins, Maule y Ñuble y La Araucanía.
El siniestro también obligó a detener la refinería Aconcagua, la segunda más grande del país, ubicada al norte de Viña del Mar.
La canciller mexicana, Alicia Bárcena, informó que, “reflejando la fraternidad que une a los pueblos de México y Chile”, mantuvo comunicación con su homólogo del país sudamericano, Alberto van Klaveren, para “ofrecer la solidaridad y asistencia” del presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Mis vecinas quedaron calcinadas”, señala Abraham Mardones, quien alcanzó a huir de Villa Independencia, epicentro de los incendios forestales. Dice que tuvo el “coraje” de tapar el cuerpo de una de ellas.
Todavía estremecido por los cadáveres calcinados que vio dentro de esqueletos ennegrecidos de viviendas, este soldador y universitario de 24 años lamenta su ruina.
“El fuego consumió todo, recuerdos, comodidades, tu hogar. Yo quedé con lo puesto, un solo overol. Sólo pude rescatar a mi perro”, dijo a AFP.
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