Un profesor creó una iniciativa para ayudar a los jóvenes de la comunidad de Quintana Roo a salir de sus vicios.
La idílica comunidad pesquera de Punta Allen, anclada en el extremo sur de la Riviera Maya del caribe mexicano, está experimentando una asombrosa metamorfosis gracias a la implementación de proyectos de sano esparcimiento, que han logrado alejar del vicio a los pescadores locales.
La transformación es impulsada por el maestro de la comunidad, Habit González Salazar, quien recuerda cómo era la situación de los pobladores de esta comunidad ubicada en el corazón de la reserva de la Biosfera de Sian Ka’an de Quintana Roo.
“Cuando llegué aquí, como profesor a la escuelita donde me mandaron, había un rezago entre los chicos, mucho celular, mucho sedentarismo, durante ese proceso nos fuimos juntando con algunos pescadores de aquí que tienen muchas virtudes y fuimos haciendo un grupo multideportivo, donde manejamos volibol, futbol, actividades lúdicas para los chicos en las tardes; empezamos haciendo grupos, planeaciones, y ahorita ya tenemos un comité deportivo con siete participantes con actividades físicas todos los días de lunes a viernes de 5 a 10 de la noche terminamos las actividades”, menciona.
El proyecto ha ayudado a muchos pobladores a dejar a un lado malos hábitos, tales como el alcoholismo y la drogadicción.
Tal es el caso de David Manuel Noh, un joven quien se dedica a la prestación de servicios turísticos, y quien ha superado las adicciones gracias a las actividades deportivas.
“A pesar de que soy joven, caí en los vicios; llegando de trabajar y no hay otra cosa qué hacer, entonces caí en los vicios, pero ahora el deporte me mantiene ocupado, me despeja la mente y hago algo productivo, y eso quiero transmitir a los niños, que no tomen ese camino, que hay otras opciones”.
En las actividades deportivas no sólo participan niños y jóvenes, sino también madres de familia la comunidad, quienes se han visto beneficiadas con el proyecto.
Sonia Chulín García, secretaria Sociedad Cooperativa Turística Punta Allen, indica que ahora lo interesante es que están participando 60 señoras, quienes dejan sus quehaceres y a sus hijos con los papás y se van a jugar futbol: “La verdad es que esta actividad que se está llevando aquí en Punta Allen, sí, le dio un giro completamente a nuestra pequeña comunidad”, agrega.
La transformación de Punta Allen refleja un esfuerzo colaborativo y visionario que busca mejorar la calidad de vida de sus habitantes, y sus impulsores ya planean expandir los espacios recreativos.
Se busca abarcar no sólo lo deportivo, sino también lo cultural, lo musical, para reforzar los valores, los vínculos familiares y sociales.
Esperan que este sea un ejemplo inspirador para otras comunidades, de cómo la unión de esfuerzos entre la comunidad y sector privado puede generar un impacto positivo y duradero para el desarrollo.
Con información de Excelsior
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