El 30 de noviembre, México despidió a una de sus máximas leyendas del cine y la televisión: Silvia Pinal. La icónica actriz, conocida como la Diva del Cine de Oro Mexicano, fue homenajeada en el Palacio de Bellas Artes, un escenario simbólico que marcó su brillante trayectoria.
El cortejo fúnebre inició a las 9:30 de la mañana desde una funeraria en el sur de la Ciudad de México, y la llegada de la carroza a Bellas Artes dio comienzo a un homenaje lleno de recuerdos, música, flores y un detalle especial que emocionó a todos: los rehiletes.
Los rehiletes, pequeños juguetes que evocan la alegría de la niñez, tuvieron un papel destacado en el homenaje. Durante una conferencia de prensa previa, los hijos de Silvia Pinal —Luis Enrique Guzmán, Sylvia Pasquel y Alejandra Guzmán— compartieron que estos objetos eran una de las grandes pasiones de su madre.
“Queremos que el homenaje a mamá esté lleno de lo que a ella le gustaba: flores, mucha música y, por supuesto, los rehiletes”, expresó Sylvia Pasquel. Este sencillo detalle simbolizó la conexión de Silvia con la alegría de las cosas simples.
La despedida
El trayecto hacia Bellas Artes estuvo acompañado por miles de fanáticos que se congregaron en las calles para despedir a la actriz. Al llegar, una gran fotografía de Silvia Pinal en su juventud presidió la ceremonia, mientras el mariachi llenaba el recinto con música tradicional mexicana.
El homenaje reunió a familiares, amigos, autoridades y figuras del entretenimiento, quienes celebraron la vida y carrera de una mujer que marcó una era en el cine y la televisión mexicana.
Entre las flores destacaron alcatraces, girasoles y gardenias, las favoritas de la actriz, mientras que la música y los rehiletes representaron su espíritu vibrante y amor por la vida. Este adiós no solo fue una despedida, sino una celebración de su legado en obras como Viridiana, El Ángel Exterminador y su trabajo en la televisión con Mujer, casos de la vida real.
El homenaje a Silvia Pinal en Bellas Artes no solo reflejó su importancia como figura pública, sino también su conexión con el pueblo mexicano. Con una carrera que abarcó décadas, la Diva del Cine de Oro Mexicano deja un legado inmortal que seguirá inspirando a nuevas generaciones.
El adiós a Silvia Pinal fue, en esencia, un acto de amor, un recordatorio de su trascendencia artística y un símbolo de gratitud por todo lo que aportó al cine y la cultura de México.