Por: Fabiola Cortés Miranda
El cierre de la zona hotelera de Cancún, el pasado 16 de noviembre, para exigir la destitución del fiscal general del estado, Óscar Montes de Oca Rosales, y de la Fiscal Anticorrupción, Rosaura Villanueva Arzápalo, por una parte visibilizó la grave situación que se vive en el destino turístico más exitoso de América Latina, en torno a la inseguridad y la procuración de justicia, reflejado de manera muy clara en la desaparición de personas; y por otra parte, dejó ver la polarización social que ha contribuido en buena medida a crear eso que se ha llamado los “dos cancunes”.
Mientras por casi nueve horas diversos colectivos pedían a la gobernadora del estado, Mara Lezama, atender de inmediato la creciente situación de personas desaparecidas en el Caribe mexicano, y que del 2016 a 2022 se calcula en alrededor de 1340; el sector empresarial reclamaba airado la pérdida económica por el plantón de manifestantes; y el gobierno municipal de Ana Patricia Peralta, contribuía al caos de movilidad con su errada “organización” y desahogo del tráfico.
La escena de miles de turistas y trabajadores caminando por varios kilómetros en la zona hotelera de Cancún convirtió el sol del Caribe en el más indeseable compañero, pero en contraste con la molestia de los empresarios, turistas extranjeros y nacionales se detenía a observar y preguntar la razón del bloqueo, mientras los trabajadores del sector transitaban una parte entre la molestia y otra parte entre la empatía. La arenga de consignas de las madres y familiares de personas desaparecidas que portaban camisetas con los rostros de los ausentes hacían innecesario dar muchas explicaciones.
En las largas horas que duró la protesta, los medios de comunicación ya transmitían el mensaje del empresariado a través de su vocero, Jesús Almaguer, quien ya buscaba a los “actores intelectuales” del bloqueo y enfatizaba el recuento de las pérdidas económicas y del daño a la “imagen” de Cancún.
Jesús Almaguer, el que siempre ha recogido los frutos buenos de Cancún, la bonanza y el éxito del destino turístico, se olvida que las cosechas dan frutos buenos y frutos podridos, y que esos frutos podridos, transformados en la inseguridad, la violencia, la pobreza, la desaparición de personas, la impunidad, la corrupción; han sido recogidos por los menos favorecidos de Cancún, por los que llegaron en busca de mejores oportunidades, como los trabajadores de la construcción que están quedando enterrados dentro de las obras a las que entran y de las que ya no salen, sin que a las autoridades les interese en lo más mínimo encontrarlos y sin que los hoteleros quieran perder ni un centavo por esas vidas extraviadas.
En septiembre pasado cuatro trabajadores de la construcción desaparecieron dentro del hotel Edén Rock, en Cancún, los hombres entraron pero no salieron, dos de ellos llegaron de Campeche en busca de un mejor salario, pero su plan de terminar la obra y regresar con sus familias concluyó de forma trágica, iniciando para sus familiares un infierno, un infierno que los empresarios no ven y que solo tasan en metálico. La Fiscalía no inició la búsqueda sino un mes después de la desaparición, y se negó a asegurar el hotel para realizar una investigación exhaustiva, porque vale más el éxito turístico que la vida de cuatro obreros, porque sobre la vida de los trabajadores están los intereses de los empresarios.
El miércoles del cierre de la zona hotelera fueron las voces de las personas a quienes les ha tocado cosechar los frutos podridos de Cancún, las que se hicieron escuchar; y que Jesús Almaguer ha calificado de personas incapaces de pensar por sí mismas, incapaces de organizarse, incapaces de manifestarse y de hacer lo que los empresarios han dejado de hacer: reclamar y exigir a un gobierno que funcione. La visión clasista de Jesús Almaguer solo alcanza a ver a personas “manipuladas”.
No me queda duda que Jesús Almaguer es un buen representante del empresariado. En 2016, en el sexenio de Roberto Borge Angulo, la que esto escribe di cuenta del desvío de alrededor de mil 400 millones de pesos del Impuesto al Hospedaje (IAH), desvío de recursos del que fue cómplice Jesús Almaguer desde su posición de director de la Oficina de Visitantes y Convenciones de Cancún. Jesús Almaguer calló el saqueo de los millonarios recursos que derivaron en una denuncia de juicio político en contra de Juan Pablo Guillermo, quien fue Tesorero del ex Gobernador preso, Roberto Borge.
El caso fue documentado por la que esto escribe y puede leerse en las siguientes notas:
Interpone Somos Tus Ojos demanda de Juicio Político contra el Secretario de Finanzas de Quintana Roo por el desvío de mil 464 millones de pesos.
Las 17 pruebas que sustentan el desvío de recursos por mil 464 millones del Impuesto al Hospedaje.
Si las instituciones, Fiscalía General del Estado y Fiscalía Anticorrupción, funcionaran, Jesús Almaguer habría sido procesado, y muy probablemente habría ido a prisión, pero la impunidad y la corrupción le han permitido seguir siendo la voz del empresariado y seguir recogiendo los frutos buenos de Cancún.
En su búsqueda por encontrar a los “culpables” del cierre de la zona hotelera, Jesús Almaguer se va a encontrar con las personas que le dijeron a la Gobernadora de propia voz, sin “tutores” ni “representantes”: si la impunidad continúa y si los responsables de la violación a su derecho humano de acceso a una investigación, no son removidos y castigados, volverán a cerrar la zona hotelera y otras arterias de Cancún.
Lo que hicieron los familiares de las personas desaparecidas al cerrar por casi nueve horas la zona hotelera de Cancún es inédito, y deberá servir para que el gobierno de Mara Lezama realice una profunda reforma al sistema de seguridad pública: Fiscalía y Poder Judicial, instituciones que en el sexenio de Carlos Joaquín González fueron utilizadas para satisfacer los intereses de algunos y que generaron un profundo deterioro social y un grave retroceso e el acceso y la impartición de justicia en Quintana Roo.