Isidro Carranza Hernández, presidente del comité de guardianes comunitarios de la reserva estatal Santuario del Manatí Bahía Chetumal, reveló que enfrentan con machetes y bicicletas a cazadores furtivos mucho mejor equipados que ellos, quienes se transportan en camionetas todo terreno, lanchas y que podrían estar armados.
Con bicicletas, machetes oxidados, mochilas y uniformes rotos, es como los guardianes comunitarios realizan su trabajo en el combate de la cacería furtiva, así como la tala ilegal de maderas preciosas en cerca de 270 mil hectáreas que conforman la reserva. El comité está integrado por 10 de estos guardianes.
“La última vez que recibimos equipo y aditamento para el cuidado y preservación de esta ANP fue en el 2015. Necesitamos al menos dos vehículos todo terreno, así como radios y equipo de protección para poder realizar un mejor trabajo. Damos el 100%, pero sin el equipamiento adecuado es muy difícil combatir el tráfico de especies”, aseguró Isidro Carranza.
Dentro del Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022, en el eje “Desarrollo Ordenado con Sustentabilidad Ambienta” y en el componente del Programa 28: Medio Ambiente y Sustentabilidad, se estableció el compromiso de consolidar el programa de guardianes comunitarios para proteger la fauna silvestre.
Dicho documento fue publicado el 25 de enero de 2017 en el Periódico Oficial del Estado de Quintana Roo, lo que prácticamente lo hace obligatorio y susceptible de recibir financiamiento para su implementación y seguimiento.
Sin embargo, los defensores de esta zona no cuentan con mejoras en sus herramientas de trabajo desde que comenzaron, a pesar de que el documento que sustenta su labor es “para realizar sus recorridos terrestres usan bicicletas (proporcionadas por la PPA), motocicletas y camionetas (de uso personal), para los recorridos marinos a falta de embarcación usan en ocasiones cayucos (de uso personal).
Se utiliza la cuatrimoto, camionetas y embarcaciones del Ibanqroo (Instituto de Biodiversidad y Áreas Protegidas del Estado de Quintana Roo), y la camioneta de la PPA (Procuraduría de Protección al Ambiente en la entidad)”.
El guardián Carranza Hernández aseguró que diariamente cada uno maneja en su antigua y a veces destartalada u oxidada bicicleta más de 50 kilómetros para patrullar el área y así abstener a los cazadores.
“No tenemos la facultad ni los permisos para portar armas, por lo que cada vez que vemos a un cazador tenemos que pedalear hasta el punto de encuentro para dar el aviso y llamar a las autoridades correspondientes. Es un trabajo peligroso porque los cazadores siempre van en grupo y hasta con armas de fuego, pero sí hemos logrado evitar que acaben con cientos de hectáreas de árboles o se roben animales en peligro de extinción”, abundó.
Destacó que parte de su labor es el monitoreo de la zona para verificar que no se está construyendo algún tipo de infraestructura en esta Área Natural Protegida.
“Lo hacemos porque tenemos un compromiso con nuestra tierra. Pero si tuviéramos un poco más de ayuda, sería mucho más fácil y seguro este trabajo. Ya solicitamos una reunión con la Procuraduría de Protección Ambiental para gestionar este tema y solo estamos a la espera de una respuesta”, sentenció.
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