En la antesala del Día de Muertos, decenas de personas ya preparan todos los elementos que el altar debe llevar para recibir a las almas los próximos 1 y 2 de noviembre, en donde no pueden faltar la flor de cempasúchil, el papel picado, agua, sal, chocolate y por supuesto las calaveritas de azúcar.
Y es que este elemento no es solo decorativo o una golosina, sino que guarda un profundo significado relacionado con la cultura prehispánica y su sincretismo con la religión católica tras la llegada de los españoles al México antiguo.
El Tzompantli
Las calaveritas de azúcar fueron incorporadas a la festividad del Día de Muertos para sustituir a los cráneos que en tiempos precolombinos se usaban en los Tzompantlis, un muro elaborado con restos humanos con la finalidad de honrar a sus dioses.
Las culturas prehispánicas creían que por medio de esta ofrenda adornada con cráneos se aseguraba que las personas llegaran al inframundo para acceder al descanso eterno.
La muerte siempre fue un elemento que estuvo presente entre los pueblos indígenas, por lo que las calaveras de azúcar se incorporaron fácilmente como un recuerdo de ese paso inevitable de lo terrenal a lo místico.
Es así como cada año, a finales de octubre e inicios de noviembre aparecen en diferentes tamaños, decorados con coronas, espirales y grecas multicolores, a algunas de estas se les coloca en la frente el nombre del difunto, otras se regalan con el nombre de las personas vivas, que algún día transitarán el mundo de los muertos.
Su origen europeo
El origen de las calaveritas de azúcar se remota a la técnica de los alfeñiques que heredó España del pueblo árabe, y de allí pasó a México donde fue adoptada rápidamente con la llegada de los peninsulares al país, quienes también honraban a Todos los Santos a inicios de noviembre, como ocurre actualmente.
Una minuciosa elaboración
Las calaveritas son artesanales, para elaborarlas es necesario el uso de un molde en el que se el azúcar se disuelve en agua y se hierve por alrededor de 30 minutos hasta que espese, agregándole un poco de limón.
Una vez que está en “punto de miel” es vaciada en los moldes que son generalmente de barro, aunque también se usan de madera y bronce, hechos de varias partes.
En el caso de la técnica del alfeñique, muy popular en Toluca y Guanajuato, se emplea, además del azúcar, clara de huevo, limón y una sustancia aglutinante que llaman “chautle”. La diferencia es que se trata de un proceso delicado que requiere dedicación y paciencia.
Calaveritas de chocolate, amaranto y grenetina
Actualmente las calaveritas no solo se elaboran con azúcar, pues también se han hecho populares ingredientes como el amaranto, un cereal que aporta importantes nutrientes al organismo y es del agrado de muchas personas.
También es posible encontrar calaveritas de chocolate, ya sea blanco y oscuro e incluso de grenetina, por lo que la oferta y variedad es inmensa y para todos los gustos.
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