La desesperación, angustia e impotencia no cesan en la vida de Deysi. Este jueves tuvo que ser auxiliada por paramédicos; no ha comido desde la desaparición de su hija de 12 años, quien fue vista por última vez el pasado 21 de julio en la colonia Nazareno de la zona continental de Isla Mujeres.
Fernanda Cayetana Canul Blanco, una niña tranquila, callada y alegre, comenzó a trabajar el lunes 18 de julio en la casa de sus vecinos, un matrimonio con dos hijos. Su trabajo consistía en lavar trastes y recoger la basura que generaba la venta de comida, ya que los dueños se dedicaban a la venta de tacos de guisado.
Según la mamá de la niña, el culpable es el hombre de la casa, de oficio taxista y vendedor de comida. El miércoles 20, su hija le dijo que su vecino la había observado con morbo. Después de eso, Fernanda desapareció el jueves 21 de julio, y hay indicios de que fue en la casa de sus vecinos.
El caso tiene detalles que hacen sospechar del vecino, como el hecho de que ya no regresó a su hogar tras la desaparición de la niña. Incluso dentro de la casa no hay muebles, cuando se supone que vivía allí desde hace 7 años.
Lo extraño para la familia de Cayetana es que el lunes 25 de julio, el taxista avisó a la fiscalía que iba por su estufa a la vivienda, pero en realidad sacó dos bolsas grandes de color negro, según relatan los habitantes de la colonia.
De acuerdo con la descripción de los padres de Fernanda, el hombre, quien es originario de Tizimín, Yucatán, es una persona robusta, morena, de altura promedio, cabello corto y ojos color café oscuro. Viste de vaquero y usa botas y sombrero.
Cuenta con tres perfiles en Facebook y tres números de teléfono celular que, según Deysi, no responde, desde el día que desapareció su pequeña.
El hombre, además de dedicarse a la venta de tacos de guisado, que vendía en un triciclo modificado, era operador de taxi.
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A Fernanda le pagaban 250 pesos diarios. La menor había ganado 750 pesos, del lunes al miércoles 20 de julio, mientras que el jueves 21 no se sabe si los dueños le pagaron.
El taxista “era muy reservado” y “a nadie le caía bien” por tener una actitud “prepotente”, según testimonio de vecinos. Incluso hay lugareños que aseguran que cuando el hombre pasaba por la calle y los perros ladraban, le decían que no les pegara a los animales, a lo que él respondía “total, los mato y los vendo en tacos”.
De la esposa se tiene poca información. Se sabe que es de tez morena, mide 1.60 metros aproximadamente, cabello largo, lacio y negro, y ojos color café.
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