Tras años de permanecer cerrada por seguridad, la imponente pirámide de la estructura principal en Cobá, conocida como la Iglesia o Nohoch Mul, vuelve a recibir visitantes a partir de este mes de diciembre de 2025. La posibilidad de volver subir de esta pirámide, que por años estuvo prácticamente clausurada, no es solo un triunfo turístico, sino un hito arqueológico que revela dinastías femeninas, fechas de fundación y alianzas políticas.
Para salvaguardar tanto a los visitantes como al monumento, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha instalado una nueva escalera de madera de alta resistencia, diseñada por la Coordinación Nacional de Obras y Proyectos y construida por carpinteros locales de Nueva Esperanza con madera dura.
Cabe recordar que la pirámide había permanecido cerrada desde el inicio de la pandemia debido al deterioro de sus escalones originales y a incidentes previos. Margarito Molina Rendón, director del Centro INAH Quintana Roo, detalló que se realizó un minucioso levantamiento fotográfico y de dibujo para la intervención y consolidación de cada escalón de piedra prehispánica.
Investigaciones recientes, a través del programa Promeza, han revelado la estructura política de Cobá, confirmando que fue gobernada por al menos cuatro mujeres. Epigrafistas y arqueólogos han identificado a Ix C’ak Chen, Ix Wak Jalam Chan, Yo’hl Ik Nal y Ix Ch’akChen (conocida como la “Señora que corta pueblos”), esta última representada en la estela 26 y cuya influencia se extendió hasta el Petén guatemalteco.
Se ha descifrado también la fecha de fundación de la ciudad: el año 569 d.C., según glifos bien conservados, lo que sitúa a Cobá como una metrópoli rival de Chichén Itzá y Calakmul. La reapertura busca además impulsar la economía local de los ejidatarios que han ofrecido servicios en el sitio por décadas.
Molina Rendón hizo un llamado a mantener la armonía, solicitando la regulación de la velocidad de los vehículos de los ejidatarios para no afectar a los turistas que prefieren el sendero peatonal. El objetivo, según el etnólogo, es mantener una relación armónica con el ejido y la comunidad, priorizando la seguridad y el disfrute del paisaje.
El director del Centro INAH Quintana Roo asegura que se cumplió con la comunidad ante la demanda social, equilibrando turismo con conservación ante crisis globales. Recuerda que exploradores como Stephens (1842) y Teobert Maler (1891) la documentaron desde 1972, y actualmente el INAH protege al sitio con 14 gobernantes registrados.
Asimismo, reconoce que hay muchos bicitaxis en el interior de la zona arqueológica de Cobá brindando servicios a los turistas, solo que, al ir a alta velocidad para ir y venir con la finalidad de hacer una mayor cantidad de viajes, sin importarles molestan a los visitantes que deciden caminar por el sendero que, hay que decirlo, es peatonal.
Cobá invita a redescubrir su legado: mujeres al mando, rocas fundacionales y una pirámide que corona el norte yucateco.
Con más visitantes esperados, el sitio promete no solo vistas épicas, sino claves para descubrir que aún se preservan bajo la tierra en espera de ser descubiertas.
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