La Secretaría de la Defensa Nacional anunció el cambio de nombre de GAFSACOMM a Grupo Mundo Maya, un movimiento que intenta presentar a la institución con un rostro “más turístico”, pese a las crecientes críticas por su expansión en destinos como Tulum.
Según su director, Adolfo Héctor Tonatiuh Velasco Bernal, la nueva marca busca “conectar y promover la riqueza natural, histórica y cultural del sureste mexicano”, apostando por una presencia institucional más fuerte en el sector turístico.
La marca integra aeropuertos, hoteles, museos y parques temáticos, entre ellos el Parque Nacional del Jaguar, el Museo Quinametzin y los hoteles Nuevo Uxmal, Edzná, Calakmul y Chichén Itzá. Para fortalecer su imagen “turística”, incluso contrataron a la consultora Delgado Cortés y Asociados por 9.1 millones de pesos para impartir talleres de hospitalidad y liderazgo.
En junio de 2025, la empresa recibió el distintivo “Hecho en México”, avalado por la Secretaría de Economía, con el argumento de que representa la identidad y fortaleza productiva del país. Además, anunció su participación en El Buen Fin 2025, con descuentos en su red hotelera.
En Tulum, la presencia militar ha tenido efectos mucho menos turísticos de lo que presume la marca. Desde que la Defensa tomó el control del Parque Nacional del Jaguar en diciembre de 2024 —tras una inversión federal de más de 2 mil 700 millones de pesos—, los comerciantes reportan una crisis:
Aunque las autoridades aseguran que la participación militar se limita a funciones “administrativas”, los testimonios locales contradicen esa narrativa. La presión social obligó a abrir un acceso sur gratuito para residentes y a eliminar cobros los domingos para visitantes nacionales, pero aun así las pérdidas continúan.
A pesar de que el alcalde Diego Castañón niega cobros irregulares y culpa a “campañas de desprestigio”, las quejas por restricciones, acceso limitado y un ambiente cada vez más militarizado siguen creciendo.
Grupo Mundo Maya, que ahora controla 12 aeropuertos, hoteles, museos y una amplia red de parques, representa el avance más agresivo de una empresa pública militar en la historia reciente del país.
Las autoridades federales aseguran que el Parque del Jaguar estaba “abandonado” y que ahora ofrece conservación ambiental, protección arqueológica y accesos públicos. No obstante, los cobros siguen existiendo a través del INAH y la CONANP, y el argumento oficial es que la caída turística se debe también a la temporada baja, la crisis inmobiliaria, la inseguridad y los altos precios de los propios comercios locales.
Finalmente, el 14 de noviembre, la secretaria de Turismo Josefina Rodríguez Zamora anunció la reapertura de las cuatro playas del Parque Nacional del Jaguar con acceso libre, incluso en bicicleta, y confió en que Tulum recupere visitantes. Pero comerciantes y residentes insisten: el turismo no se recupera con discursos, y la militarización sólo ha complicado lo que ya era un destino frágil.
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