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Xomeli, una empresa exitosa de apicultoras mayas

La cooperativa Xomeli, Colmena de Mujeres, integrada por mujeres de la zona maya de Tulum, se ha posicionado en poco tiempo en el mercado nacional e internacional con la venta de chocolates de cacao orgánico y miel de abeja melipona.

Natalia Careaga Zárate, directora de la cooperativa Xomeli, explicó que este proyecto lo conformó con Filomena Puc y Apolonia Dzib (de la comunidad de Sacamucuy), así como con Luz Mendoza Estrada y Kiauitl Ketzalli. Iniciaron en julio de 2022, a raíz de la necesidad que tienen todas de generar fuente de trabajo e ingresos.

Detalló que hace cinco años tuvo la oportunidad de conocer a algunos meliponicultores de Cobá, San Juan de Dios, Chanchen Palmar, Hondzonot, Sacamucuy y varias localidades de esta región, donde logró vio que varias familias dedicadas a la apicultura contaban con infraestructura y meliponas y vendían esa miel pero por diversas circunstancias pasaron los años y ya no tuvo la misma venta su producto.

“Empezaron a tener en stock mucha miel y algunos meliponicultores dejaron de cultivar a la abeja y de tener cuidado a las colmenas porque no tenían quien comprara la miel, entonces viendo este fenómeno social junto con la necesidad de nosotras mismas de generar trabajo nace la iniciativa de la cooperativa Xomeli, en donde conjuntamos a esta materia prima patrimonio biocultural que es la miel de la abeja melipona con el cacao”, explicó.

Indicó que a corto plazo ya están empoderándose en un sentido económico y colectivo, toda vez que luego de iniciar ventas en agosto del 2022 tuvieron la oportunidad de participar en el festival del cacao para todos, en el Museo de Anahuacalli, en la Ciudad de México, que es uno de los más importantes del país.

Comentó además que de esta manera el colectivo pudo tener muchísimo alcance a nivel nacional e internacional, y codearse con marcas bastante importantes de chocolateros en México.

“Tuvimos la oportunidad de dar a conocer nuestro trabajo, el de la cooperativa, de los meliponicultores y el trabajo también de los cacaoteros, que son cooperativas de la reserva de Montes Azules y Soconusco, en el estado de Chiapas. Tuvimos la oportunidad de tener visibilización en nuestro proyecto y eso nos ha llevado a abrir bastante mercado a nivel nacional y ahora en Tulum estamos teniendo la oportunidad de darnos a conocer en una plataforma que no sólo se genera en ventas aquí en esta localidad sino también en otras partes del mundo, como Los Ángeles, Europa y Sudamérica”, explicó Careaga Zárate.

Agradeció la oportunidad de dar a conocer el trabajo tan sagrado de las abejas conjuntado con el cacao, “que más allá de ser un chocolate, para nosotras es un gran alimento que nutre no solamente el cuerpo a nivel nutricional, con todas las propiedades que tiene la miel melipona y el cacao, sino también al corazón y el espíritu”.

Declaró que su visión a mediano plazo es capitalizarse con el stock que tienen actualmente y posteriormente afianzar la relación comercial con todas las familias posibles que se dedican a la meliponicultura en la zona maya de Tulum.

“Buscamos generar una trazabilidad organizada de saber cuántas colmenas tiene cada familia y cuántos kilos de miel nos puede vender mes a mes con la intención de hacer un convenio donde nos vendan la miel y así ayudarles económicamente”, sostuvo.

La fundadora de este emprendimiento añadió que otro de sus objetivos es desplazar al chocolate sucedáneo de las misceláneas y las tiendas de abarrotes en todas las localidades regionales, para presentar productos de Xomeli, que son más saludables que los comerciales.

Destacó que esta transformación que están teniendo va a varios niveles porque les invita a tener mayor disciplina, cuidar su fuente de trabajo, ser mejores personas y trabajar en la miel, que les ha dotado a nivel personal y energético de una especie de medicina para el corazón y el alma.

“Con la cooperativa nos identificamos mucho con esta premisa importante que para nosotros cada vez que llegamos al taller de transformación es una ceremonia porque pedimos permiso al fuego para poder contactar con su energía y con su calor, porque el fuego es el único elemento que nos transforma y transmuta, entonces para nosotras nuestro trabajo empieza desde ahí, desde el fogón, pedir permiso para la transformación de nosotras mismas y nuestro corazón y en base a eso tener esa energía, esa tesitura energética para la elaboración de nuestros chocolates, consiguiendo la transformación de nosotras mismas a nivel personal, colectivo y económico”, expresó.

Con información de La Jornada Maya 

 

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