En la fiesta del Kukur Tihar (Nepal) los perros reciben juguetes, flores, guirnaldas y deliciosa comida durante el día que el calendario nepalí les reserva.
Cancún. Una tradición que ha logrado colocarse lentamente en las fiestas mexicanas proviene de un país lejano llamado Nepal, se trata de la fiesta llamada Kukur Tihar, la festividad nepalí en la que los perros son los auténticos protagonistas.
Ese día al mejor amigo del hombre se le festeja con flores, guirnaldas y deliciosa comida, celebración que los nepalíes reservan para los canes con una fecha en el calendario.
La festividad se celebra el segundo día del Tihar, durante el Festival de las Luces, que tiene lugar en otoño, aquí no importa si son perros callejeros, si tienen o no familia, los participantes de dicho festival se encargan de mimar a los perros con todo lujo de detalle.
Pero ¿por qué la tradición? Según la tradición hindú, los perros son los mensajeros que cruzan al más allá donde gobierna el Señor Yamarai, el Dios de la muerte, las marcas rojas en su frente (o tika) están hechas de polvo de arroz, yogur y colorante, que representa que el perro es objeto de devoción, además de significar una bendición para toda persona que se cruce en su camino.
La historia hinduista señala que cuando falleció un príncipe llamado Yudhisthira, subió al cielo con su perro, pero antes de entrar. Indra, el Dios de los Cielos, rechazó la entrada del animal. Entonces Yudhisthira se negó a abandonar a su amigo y prefirió quedarse con su fiel can, en lugar de entrar al paraíso.
Al final, el perro, que había estado toda su vida al lado del príncipe, pudo entrar junto con Yudhisthira, quien logró convencer a Indra. El perro fue incluso convertido en Dios. Al cierre del Mahabharata, el rey de justicia Yudhisthira, se niega a entrar en el cielo sin su perro fiel (*).
(*)Hacia el fin del Mahabharata, Indra ofrece su carro de oro al último hijo de Pandu para ascender al cielo; sin embargo, en cuanto su perro sube al carro, Indra lo baja de una patada. Yudhisthira se niega a dejarlo, pero el dios le dice que sus hermanos y su esposa ya le esperan:
“Ellos están muertos, yo no puedo resucitarlos”, responde Yudhisthira, “este perro está vivo. Nunca podré abandonar a quien tiene miedo, a quien me quiere, a quien es débil y me pide ayuda”. Y al renunciar al cielo Yudhisthira gana el cielo, pues ésa era la última prueba de Indra”. Quiera la pesada historia que aún haya esperanza para la humanidad.